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Bajas por las escaleras y volves a encontrarte en el depósito. La puerta se abre y aparece otro hombre, está enfurecido. Te das cuenta de que es el hombre con quien estuviste hablando todo este tiempo.
Le ves cara conocida...
Al rato, te das cuenta por qué:
¡Es tu ginecólogo personal!
Con razón tenía tanta información sobre vos... Ya no se puede confiar en nadie.
- Bueno, te voy a ser sincero, tengo una clienta de 83 años que estaba dispuesta a pagarme 100.000 dólares por tu sistema reproductivo... Ella quería un nieto y cuando le hablé de vos, quedó encantada... - te dice el médico, y luego alza su pistola de tranquilizantes, dispuesto a dispararte.
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